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Sabías que...



EL QUE LLEGÓ A SER PREMIO NOBEL DE MEDICINA ENCONTRÓ A DIOS EN LOURDES

Alexis Carrel nació en Lyon, Francia, en 1873. Su familia era moderadamente solvente. Su padre, Alexis Carrel Billiard, era un fabricante de telas que, en 1871, a la edad de 26 años, se casó con Anne-Marie Ricard. Alexis era el mayor de 3 hermanos y cuando tenía tan solo 5 años falleció su padre.

Decidió entrar en la Facultad de Medicina en la Universidad de Lyon, aunque no había ningún antecedente familiar en esa disciplina. Él era aún un joven practicante de medicina cuando el presidente francés, Marie François Sadi Carnot, fue asesinado por un anarquista italiano en Lyon, en junio de 1894. El cuchillo del anarquista había cortado una arteria importante, por lo que el presidente murió después de dos días de agonía sin que los mejores cirujanos pudieran evitar el fatal desenlace. En esos tiempos, la sutura de un vaso sanguíneo grande todavía era un tema sin solución segura. El episodio dejó una profunda impresión en el joven Carrel, quien decidió resolver el problema. []Él insistía en que la vida de Carnot podría haberse salvado si los cirujanos hubiesen sabido cómo suturar vasos, de la misma forma que se suturaban otros tejidos. Por este motivo, a partir de entonces, sus investigaciones se centraron fundamentalmente en la cirugía vascular.

Carrel había recibido una educación en la fe católica, pero se alejó de ella durante su etapa de formación universitaria, transformándose en una persona escéptica, que sólo aceptaba aquello explicable por la razón.

Debido a sus contribuciones a las ciencias médicas, Alexis Carrel, fue destinatario de numerosas condecoraciones en diferentes países, y en 1912 fue galardonado con el premio Nobel de Fisiología o Medicina.

En 1902, como médico y asistente en el Departamento de Anatomía, Carrel publicó un trabajo en la revista científica Lyon Medical[. . Ese trabajo científico hizo historia, iniciando la época más destacada de su carrera y catapultándolo a la fama una década después, como Carrel intuía que lo haría.

Tan solo dos semanas más tarde, un amigo le pidió que ocupara su lugar como médico a cargo de un tren que trasladaba gente enferma a Lourdes. Él estaba interesado en acudir allí, pero no para evaluar la realidad de los milagros. En esos momentos, él no creía en milagros. Quería demostrar que todo aquello era una invención.

De entre los enfermos que viajaban en el tren, el doctor fijó su atención en una joven enferma agonizante, Marie Bailly. La joven padecía una peritonitis tuberculosa en último estadio, una enfermedad mortal en esa época. Durante el viaje él mismo tuvo que suministrarle morfina y creyó que la chica no llegaría a Lourdes con vida. Acerca de la condición de Marie Bailly antes de su curación, el propio Carrel escribió:

"Hay una paciente que está más cerca de la muerte en este momento que cualquiera de los otros. He sido llamado al lado de su cama numerosas veces. Esta desafortunada chica está en las últimas etapas de una peritonitis tuberculosa. Conozco su historia. Toda su familia murió de tuberculosis. Ella ha tenido úlceras tuberculosas, lesiones de los pulmones, y ahora, en estos últimos meses, una peritonitis, diagnosticada tanto por un médico general como por un cirujano reconocido de Burdeos, Bromilloux. Su estado es muy grave, yo tuve que darle morfina en el viaje. Ella puede morir en cualquier momento, justo debajo de mi nariz. Si un caso como el suyo se curara sería realmente un milagro. Nunca dudaría de nuevo... Su condición se deteriora constantemente. Si ella llegara a casa de nuevo con vida, eso de por sí sería un milagro... Ella está condenada. La muerte está muy cerca. Su pulso es muy rápido, de ciento cincuenta pulsaciones por minuto, e irregulares. El corazón está apagándose..."

Al llegar a la Gruta del Santuario, la enferma pidió que derramaran sobre su abdomen un poco de agua del manantial. En pocos minutos el abdomen hinchado de la joven comenzó a recuperar su estado normal. Fue examinada por varios médicos*, entre ellos Carrel. Ante sus ojos atónitos, aquella mujer quedó curada de su enfermedad.

Carrel quedó perplejo: el científico que regía su interior se negó a aceptar la posibilidad de un milagro, pero su mente tampoco lograba obtener una conclusión empírica y pragmática. La experiencia espiritual que sacudió a Carrel en los siguientes cinco días fue descrita por él mismo en forma de novela en un manuscrito publicado cuatro años después de su muerte, bajo el título: El viaje a Lourdes. En este libro hay una oración a la Virgen, en la que le da las gracias por haberle permitido presenciar aquel maravilloso milagro que le llevo del escepticismo a la fe.

"¿Qué vas a hacer con tu vida ahora?", le preguntó Carrel después de la curación a Marie Bailly. "Me uniré a las Hermanas de la Caridad para pasar mi vida cuidando a los enfermos", respondió ella. En diciembre de ese mismo año, entró en el noviciado en París. Sin tener ninguna recaída, vivió como Hermana de la Caridad hasta 1937.
 

* En Lourdes existe una Oficina Médica que rige el análisis científico de las curaciones producidas. Allí se encuentran médicos que examinan a los enfermos antes y después de salir y garantizan que las curaciones son instantáneas y no se deben a la ciencia. A pesar de la imposibilidad científica de esta curación, Carrel dio testimonio de su realidad en el libro de comprobaciones médicas en la oficina de Lourdes.

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